Budismo


El budismo es una religión no teísta perteneciente a la familia dhármica y a la subfamilia nastika de religiones. Su complejidad y diversidad hace que también sea estudiado o descrito en ocasiones usando términos adicionales como: fenómeno transcultural, filosofía, método de trasformación o sistema ético.

Época musulmana


La primera constancia histórica de la existencia de un asentamiento estable data de la época musulmana. En la segunda mitad del siglo IX, el emir de Córdoba Muhammad I (852-886) construye una fortaleza en un promontorio junto al río (en el lugar que hoy ocupa el Palacio Real) con el propósito de vigilar los pasos de la sierra de Guadarrama y ser punto de partida de razzias contra los reinos cristianos del norte. Junto a la fortaleza se desarrolla, hacia el sur, el poblado. Esta población recibe el nombre de Mayrīt (Magerit en su forma castellanizada), cuyo significado no está claro, pero que parece ser el híbrido de dos topónimos muy parecidos: uno europeo mozárabe, matrice, con el significado de «fuente», y otro árabe, majrà, que significa «cauce» o lecho de un río. Ambos aluden a la abundancia de arroyos y aguas subterráneas del lugar. De este período, conocidos a partir de los diversos trabajos arqueológicos desarrollados en la ciudad a partir de 1975, se conservan algunos restos: la muralla árabe de la Cuesta de la Vega, la atalaya de la Plaza de Oriente y los vestigios de un viaje de agua de la Plaza de los Carros. En Madrid nació en el siglo X Maslama al-Mayriti, llamado «el Euclides andalusí», notable astrónomo y fundador de una escuela matemática en Córdoba.

Secuenciación


La Edad Moderna suele secuenciarse por sus siglos, lo que puede ser arbitrario (y suele ser salvado con expeditivos siglos cortos o siglos largos, divididos según convenga), pero en general la historiografía ha caracterizado una sucesión cíclica, que algunos han querido identificar con ciclos económicos similares a los descritos por Clement Juglar y Nicolái Kondratiev, pero más amplios, con fases A de expansión y B de recesión secular.

Un siglo XVI que, tras la costosa recuperación de la Crisis de la Baja Edad Media, en economía presencia la Revolución de los Precios, coincidente con la Era de los Descubrimientos que permite una expansión europea ligada a ventajas tecnológicas y de organización social. Pocos hechos cambiaron tanto la historia del mundo como la llegada de los españoles a América y la posterior Conquista y la apertura de las rutas oceánicas que castellanos y portugueses lograron en los años en torno a 1500. El choque cultural supuso el colapso de las civilizaciones precolombinas. Paulatinamente, el Atlántico gana protagonismo frente al Mediterráneo, cuya cuenca presencia un reajuste de civilizaciones: si en la Edad Media se dividió entre un norte cristiano y un sur islámico (con una frontera que cruzaba Al Andalus, Sicilia y Tierra Santa), desde finales del siglo XV el eje se invierte, quedando el Mediterráneo Occidental, (incluyendo las ciudades costeras clave de África del Norte) hegemonizado por la Monarquía Hispánica (que desde 1580 incluía a Portugal), mientras que en Europa oriental el Imperio Otomano alcanza su máxima expansión. Las milenarias civilizaciones orientales (India, China y Japón), reciben en algunas ciudades costeras una presencia puntual portuguesa, (Goa, Ceilán, Malaca, Macao, Nagasaki misiones de San Francisco Javier), pero tras los primeros contactos se mantuvieron poco conectados o incluso ignoraron olímpicamente los cambios de Occidente; por el momento se lo podían permitir. Las islas de las especias (Indonesia) y Filipinas serán objeto de una dominación colonial europea más intensiva. Frente a la continuidad oriental, los cambios sociales se concentran en los vértices del llamado comercio triangular: notables en Europa (donde comienzan a diverger un noroeste burgués y un este y sur en proceso de refeudalización), y cataclísmicos en América (colonización) y África (esclavismo). El crecimiento de población en Europa probablemente no compensó el descenso en esos continentes, sobre todo en América, en que alcanzó proporciones catastróficas y ha sido considerado como el mayor desastre demográfico de la Historia Universal (varios investigadores han estimado que más del 90% de la población americana murió en el primer siglo posterior a la llegada de los europeos, representando entre 40 y 112 millones de personas). Las convulsiones políticas y militares son asimismo espectaculares. En la mítica Tombuctú, el Askia Mohamed I (1493-1528) produce el apogeo del Imperio Songhay, que entra en la órbita del Islam y decaerá en el periodo siguiente. Simultáneamente, el Renacimiento da paso a los enfrentamientos de la Reforma y las guerras de religión. La expansión ideológica de Europa se manifiesta en la difusión del cristianismo por todo el mundo, excepto en los Balcanes, donde retrocede frente al Islam, con el que también entra en contacto en Extremo Oriente, tras dar la vuelta al globo.

Localización en el tiempo


La fecha de inicio más aceptada es la toma de Constantinopla por los turcos en el año 1453 -coincidente en el tiempo con la invención de la imprenta y el desarrollo del Humanismo y el Renacimiento, procesos a los que contribuyó por la llegada a Italia de exiliados bizantinos y textos clásicos griegos-, aunque también se han propuesto el Descubrimiento de América (1492) y la Reforma Protestante (1517) como hitos de partida.

En cuanto a su final, la historiografía anglosajona asume que estamos aún en la Edad Moderna (identificando al periodo XV al XVIII como Early Modern Times -temprana edad moderna- y considerando los siglos XIX y XX como el objeto central de estudio de la Modern History), mientras que las historiografías más influidas por la francesa denominan el periodo posterior a la Revolución Francesa (1789) como Edad Contemporánea. Como hito de separación también se han propuesto otros hechos: la independencia de los Estados Unidos (1776), la Guerra de Independencia Española (1808) o la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824). Como suele suceder, estas fechas o hitos son meramente indicativos, ya que no hubo un paso brusco de las características de un período histórico a otro, sino una transición gradual y por etapas, aunque la coincidencia de cambios bruscos, violentos y decisivos en las décadas finales del siglo XVIII y primeras del XIX también permite hablar de la Era de la Revolución. Es por eso que debe tomarse todas estas fechas con un criterio más bien pedagógico. La edad moderna transcurre más o menos desde mediados del siglo XV a finales del siglo XVIII.

Arameo medio


Se considera al siglo III como el límite cronológico entre el arameo antiguo y el arameo medio, ya que durante este siglo la naturaleza de varios lenguajes y dialectos arameos empieza a cambiar. Los descendientes del arameo imperial dejan de existir como lenguas vivas, y los lenguajes regionales del este y oeste comenzaron a producir nuevas literaturas. A diferencia de muchos de los dialectos del arameo antiguo, se conoce bastante acerca del vocabulario y la gramática del arameo medio.

Arameo post-aqueménida


La unidad de la lengua y literatura arameas no fue destruida inmediatamente por la conquista de Alejandro Magno. El arameo sobrevivió de forma muy similar al que decretó Darío I en el Siglo V AC, hasta inicios del Siglo II. Los seléucidas impusieron el idioma griego como oficial en la administración de Siria y Mesopotamia desde el inicio de su dominio, por lo que éste sustituyó al arameo como idioma común de la región ya a partir del Siglo III. Sin embargo, el arameo continuó floreciendo en Judea, a través del desierto de Siria y se extendió a Arabia y Partia como una declaración de independencia antihelenística.

Dentro de esta categoría se encuentra el arameo asmoneo, oficial en Judea entre el 142 y 37 AC, el cual tuvo influencia en el arameo de los textos de Qumrán, y fue el principal lenguaje de textos teológicos no bíblicos de la comunidad esenia. El Tárgum, traducción de la Biblia hebrea al arameo, fue realizado en este arameo. El asmoneo también aparece en citas en el Mishná y el Tosefta. Su escritura es diferente del arameo aqueménida, ya que la ortografía hace un énfasis en la pronunciación más que en formas etimológicas.

Etimologías


Etimologías (Etymologiae u Originum sive etymologiarum libri viginti) es la obra más conocida de San Isidoro de Sevilla. Se trata de la primera enciclopedia escrita en la cultura occidental y toma su nombre del procedimiento de enseñanza que utiliza: explicar la etimología de cada palabra relacionada con el tema, muchas veces de forma algo forzada y pintoresca. El título también puede provenir de la materia de la que trata uno de los veinte libros de los que se compone la obra (concretamente el décimo). Fue escrita por San Isidoro poco antes de su muerte, en la plena madurez (627-630), a petición de Braulio, obispo de Zaragoza.

Se trata de una inmensa compilación en la que se almacena, sistematiza y condensa todo el conocimiento de su tiempo. A lo largo de gran parte de la Edad Media fue el texto más usado en las instituciones educativas. También fue muy leído durante el Renacimiento (al menos diez ediciones fueron impresas entre 1470 y 1530). Gracias a esta obra, se hizo posible la conservación de la cultura romana y su transmisión a la España visigoda. Esta recopilación de la cultura clásica fue tan apreciada, que en gran medida sustituyó el uso de las obras de los clásicos cuyo saber recoge, de modo que muchas dejaron de ser copiadas y están perdidas, como por ejemplo las obras del gran erudito romano Varrón. San Isidoro poseyó un gran conocimiento de los poetas griegos y latinos. Entre todos, cita ciento cincuenta y cuatro autores. Muchos de ellos los había leído en los textos originales y otros en las compilaciones en uso para su época.

Por lo que respecta al estilo de la obra, es conciso y claro, y en cuanto a su orden, admirable. Braulio, a quien Isidoro la envió para su corrección, y a quien la dedicó, la divide en veinte libros. Los tres primeros libros introducen el trivium y el quadrivium.

Todo el primer libro está dedicado a la gramática, incluida la métrica. Imitando el ejemplo de Casiodoro y Boecio preservó la tradición lógica de la escuela reservando el segundo libro para la retórica y la dialéctica, y el tercero para las matemáticas.

San Isidoro debe mucho a las traducciones del griego de Boecio. Celio Aureliano, traductor latino e intérprete de autores griegos entre los que destacan Asclepíades de Bitinia y Sorano de Éfeso, es la fuente principal de la parte del cuarto libro que se dedica a la medicina. Lactancio es el autor más extensamente citado en el libro undécimo, dedicado al hombre. Los libros duodécimo, décimo tercero y décimo cuarto se basan en los escritos de Plinio y Solino. El plan general de la obra parece haberse basado en los Prata de Suetonio, hoy perdidos (se trataba de una historia natural).

A pesar de la condición de obispo de San Isidoro, su obra contiene abundante información sobre el ya extinguido mundo pagano, sobre sus dioses y costumbres, sin eliminarlos por su condición poco acorde con los principios cristianos, lo que da aún más valor a la compilación realizada por San Isidoro.

Demografía


El municipio de Sevilla cuenta con 699.759 habitantes según el censo de población de 2008 del INE, siendo la cuarta ciudad de España por población, por debajo de Madrid, Barcelona y Valencia. El área metropolitana de Sevilla cuenta con 1.450.214 habitantes (INE, 2007) y 4.535,78 km² de superficie, siendo también la cuarta área metropolitana de España y un gran centro turístico, económico, industrial y poblacional.

Desde 1990, la población residente en Sevilla ha descendido un poco, debido principalmente al éxodo de las parejas jóvenes hacia las localidades del Área Metropolitana donde el precio de la vivienda ha sido más asequible y donde hay mejores expectativas laborales. La población de la ciudad está muy envejecida y el descenso de población puede que sea más acusado aún en los próximos años. La población de extranjeros censados en Sevilla en 2005 era de 21.041 personas procedentes de los siguientes países: Ecuador (2.903), Marruecos (2.736), Colombia (2.022), Argentina (789), Estados Unidos (569), Francia (539), Otros países (11.474).

Flora


A lo largo de la historia de la ciudad se ha desarrollado una flora variada que ha dado lugar a que cada parque y jardín de la ciudad sea diferente del resto en función de la época y los motivos por los que fue construido. Especies autóctonas y exóticas de varias partes del mundo se hallan integradas en la ciudad formando parte de su idiosincrasia. Entre los árboles que se pueden encontrar en sus parques, plazuelas y calles destacan jacarandas y naranjos amargos. Otros árboles frecuentes en el paisaje viario son plátanos, tipuanas y árboles de fuego. Entres los arbustos destacan jazmín, adelfa y rosal.
Los jardines históricos de la ciudad presentan un amplio muestrario de diferentes estilos y tamaños, donde priman las especies exóticas. Los jardines más famosos son los del Alcázar y el parque de María Luisa. También en los distintos distritos, parques urbanos y zonas verdes ajardinadas que responden a un concepto tradicional de parque en cuya concepción se han tenido en cuenta la jardinería y zonas deportivas. Las principales especies de estos espacios son autóctonas, adaptadas a las ciudades y al clima de Sevilla.

El parque del Alamillo abarca 48 hectáreas de la zona más septentrional de la Isla de La Cartuja. Consta de áreas boscosas autóctonas en las que la actuación jardinera se limita a podas sanitarias y riego. En este parque se pueden encontrar árboles como algarrobos, naranjos, olivos, quejigos, encinas, alcornoques, fresnos europeos y pinos piñoneros.