Consolidación del trono


A su ascenso al trono, Adriano trató de obtener rápidamente el apoyo de los soldados. Además, ordenó la destitución de Lusio Quieto, un general de origen bereber que había participado en la campaña de Partia y había sido nombrado recientemente por Trajano gobernador de Judea y cónsul y de quien sospechaba que codiciaba el trono imperial. Aunque el emperador le había adoptado, Adriano tuvo que falsificar los documentos de adopción antes de presentarlos ante los senadores; aunque circularon rumores acerca de dicha falsificación, su verdadera legitimidad como emperador dependía de la aprobación senatorial y del apoyo de los soldados sirios.

Ocupado con la organización administrativa de los territorios de Oriente y del Danubio, así como con el conflicto con los judíos que se habían sublevado durante el reinado de su predecesor, no acudió a la capital hasta estabilizar el territorio. Fue a Atilio Aciano - ex-tutor del emperador - a quien se situó al frente de la capital.

En esta situación se «descubrió» un complot en el que estaban envueltos cuatro senadores - entre ellos Lusio Quieto - a los que se condenó a muerte sin celebrarse un juicio; el emperador afirmó que Aciano había actuado por iniciativa propia. Según Elizabeth Speller el verdadero motivo de su muerte era que habían sido ilustres militares leales a Trajano. Los asesinatos se ordenaron sin un acuerdo entre los senadores y el emperador, lo que causó un distanciamiento entre ellos. Este hecho constituye uno de los puntos de inflexión de las relaciones entre el Senado y Adriano, que impulsó una política dirigida a ampliar la base de apoyo del Principado estimulando el contacto de la administración central con las élites provinciales; ello iba en detrimento de la capital, que ya no era la indiscutible ciudad imperial y hegemónica.

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